mercoledì 19 ottobre 2022

CIELO DE VAINILLA

Leysa Martínez Ortiz, lectura del cuento Cielo de Vainilla
Fiesta de la Cubanía 2022, Bayamo - Cuba
El perro y yo nos hemos ido comiendo a trocitos a mi madre. Los oficiales de la policía acaban de llegar y preguntan por ella. Dicen que una amiga, preocupada por no saber nada de mamá desde hace un mes, los ha llamado para que vengan a investigar. Les he abierto la puerta amablemente; sonrío al verlos tan serios, como si fuera tan grave el asunto. Van por todos lados buscando a Soledad, apenas tengo tiempo de explicarles que está aquí, en casa, pero con el serrucho y dos cuchillos de cocina, he tenido que cortarla en varios pedazos, mil en total, y la he guardado en recipientes de plástico. Amo el plástico. Es un material extraño, como yo. Una parte está en el refrigerador, para ir comiéndola cruda junto a mi perro Cuque, aunque a veces la he preparado a fuego lento. Los huesos he preferido dejarlos en varios sitios y las manos las he guardado en el armario. Las vísceras las tiré en la basura, el corazón y la cabeza los tengo en la cama. Los policías están molestos, no les gusta que haya matado a Soledad. Apenas puedo decirles que me hacía la vida imposible, se negaba a que yo hiciera lo que me daba la gana. Ella hizo que me ingresaran tres veces en la clínica psiquiátrica. Es cierto que oía voces, voces en la televisión, o cuando duermo, cuando estoy despierto. Siempre decían lo mismo: “debes asesinar a tu madre.” Los médicos decían que tenía un trastorno por delirio persecutorio, pero no les hacía caso. Los policías no me dejan hablar. Sólo tengo tiempo para decirles que sufro de ansiedad desde que me despierto, que pienso en mi madre y estoy desconsolado. La estrangulé por la espalda. Siempre discutíamos. Por su culpa me han arrestado ya doce veces, porque siempre que yo la golpeaba ella tenía que llamar a la policía. Siempre que me drogaba, tenía que pelear, como si le importara mi vida.

Me ponen las esposas. Afuera hay periodistas y vecinos. ¡Qué bien se siente esta brisa! Dan ganas de ir a pasear pero no puedo. Me llevan hasta el carro y monto. He permanecido todo el tiempo con la cabeza baja para no lucir tan arrogante. Sé que los policías me miran de reojo, no porque piensen que soy un asesino, sino porque envidian mi físico. Años de ejercicios y dedicación. Quienes me siguen en Instagram saben que entreno cada día. La envidia es mala y eso lo aprendí desde que tenía trece años, cuando me drogué por primera vez y algunos de mis amigos, cobardes hasta por gusto, envidiaban mi libertad.

Cuando cumplí dieciseis empecé a oir voces de personas conocidas, y hasta de estrellas del cine, que me pedían que asesinara a mi madre. Cuando llegó el tiempo de la Universidad me fui a Grecia para estudiar Contabilidad y Finanzas. Allá sólo aprendí a consumir más drogas cada día y conocí la mejor de todas, mi preferida: la MDPV. Todos la llaman la droga caníbal, a mí me gusta decirle “cielo de vainilla”.

En Grecia estuve poco tiempo. Volver a casa fue peor. Me encerraron en uno de esos hospitales para locos. ¡Tontos, no hay cura para mi locura! Pero esos días de hospital han pasado ya y he dejado de tomar los fármacos, me hacen mal, me dan ganas de suicidarme.

Todos los días son iguales para mí: beber de la noche a la mañana, fumar un porro y oír voces. En ocasiones, mirando la televisión, he visto mensajes ocultos. Quería compartir esos mensajes con mamá pero era imposible. Discutíamos siempre. Ella se oponía al alcohol y a la marihuana. Algunas veces nos llevábamos bien, pero sólo a veces, porque cuando empezaba a pelear me hacía perder la paciencia y entonces le apretaba muy fuertes los brazos hasta dejárselos morados, o la golpeaba para que me dejara tranquilo. ¡Ay, Soledad qué bruta eras! ¡No querías ver a tu hijo feliz! Por su culpa yo tenía que vivir en casa de amigos o en la calle porque tenía orden de no acercarme a ella. En el fondo no era mala y a veces me dejaba entrar a la casa porque le daba pena verme tan solo. Ahora ella está muerta y todo está cambiando. Oigo voces, pero no las de antes, sino otras que me llaman por mi nombre y me dicen asesino. No sé por qué, no recuerdo haber matado a nadie. Soy un chico bueno de veintiocho años que trabajaba como mesero y ha quedado desempleado. Mi padre murió hace años de un cáncer de huesos y mi madre está en casa, reposando en cazuelas plásticas. Llegamos a la estación de policías, me hablan, escriben mucho, me hacen preguntas. No me importa nada. Les digo que me preocupa mi perro que se ha quedado solo. Tengo sed y hambre, digo. Se miran entre ellos, no sé qué pensarán de mí, tampoco me interesa.

Después de más de dos horas me informan que tendré que esperar en prisión hasta el día del juicio. Me parece justo, contesto. Si ellos quieren hacerse un problema porque he descuartizado a mi madre, allá ellos. A mí me preocupa Cuque, solo en casa, sin agua ni su ración de carne de mamá, cruda o cocida.

Por fin me dejan en una celda. Huele mal y me gusta. Todos los olores me gustan. Este es un buen lugar, oscuro, estrecho, ni antiguo ni actual, sucio, lejano. Me acuesto y el cuerpo empieza a relajarse. No sé qué hora es, imagino que alrededor de las nueve de la noche. Pienso en Cuque, pienso en mamá y en mí. Empiezo a tener sueño. Voy a cerrar los ojos y a respirar este olor a mierda, a orines y humedad. Imagino el cuerpo de mamá convertido en fragmentos y no estoy seguro de haberla matado realmente, quizás lo soñé. Será mejor dormir y soñar. Quiero repetir el momento en que la desmembré y Soledad, primero larga un metro y sesenta y nueve, se fue haciendo pequeña mientras la cortaba, luego ¡oh, qué sueño tengo!, luego los pedazos de carne cabían en mi mano y las babas de Cuque caían al suelo esperando su ración y yo hablaba contigo, Soledad, te decía hola mamá, llegué a casa y a veces deseaba que me dieras un beso y me dijeras duérmete ya, mi pequeño, pero sólo peleabas, madre, y de tanto llorar me daba sueño, las voces no me hablaban, me gritaban que debía matarte y fue hermoso sentir tu vida apagándose entre mis manos y mi rabia; sentir que por fin seré libre y haré para siempre lo que me dé la gana. Necesito descansar, me vence el sueño. Hasta mañana, mamá.      

Leysa Martínez Ortiz

Locutora, Escritora y Oradora Motivacional

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giovedì 6 ottobre 2022

¿QUÉ NOS ROBA LA MOTIVACIÓN? UN BRINDIS POR LA VIDA.

Suelo decir y pensar que la Motivación es arisca.  Hoy llega a ti en entrega total y mañana  no encuentras ni rastros de ella. Cuando estás motivada o motivado la vida tiene otro color; cada objetivo parece alcanzable, pero cuando te desmotivas piensas diferente.

El problema es que la vida sigue su curso estés motivado o no, y duele ver que otros se acercan a sus metas y tú sigues esperando días mejores para arrancar con tu plan de acción. Por eso es importante tener herramientas que te permitan avanzar hacia tu objetivo, cada día, sin depender de la motivación, porque ser más activa o activo, más constante, alegre y optimista, es posible, aunque consideres que no estás ciento por ciento motivada o motivado.

La motivación está relacionada con el deseo, con necesidades que pueden ser externas o internas; esto influye en nuestra conducta y modo de actuar. Sin embargo, desde el punto de vista antropológico se habla de la motivación trascendente.

En una revista digital puertorriqueña de Psicología, se publicó en 2004 un trabajo de investigación titulado: Una nueva Teoría de Motivación: El modelo antropológico de Juan Antonio Pérez López, de la autoría de Ana Teresa García Parra, del Instituto Monteclaro, Río Grande, donde se hace referencia a este tipo de motivación que en esencia es: “la fuerza que nos lleva a actuar fundado en las consecuencias de esa acción para otras personas. Con esta motivación Pérez López introduce también el concepto de generosidad o espíritu de servicio de las organizaciones”. Sobre la motivación trascendente hablaré en una próxima ocasión.

Es importante comprender qué puede robarnos la motivación.

Considero que son las limitaciones mentales las que nos roban la motivación. La imagen que tenemos de nosotros, esa representación que nos hemos hecho de nosotros mismos y de los demás, es más pobre que la realidad. Si comenzamos a decirnos, hoy no será un buen día, y para colmo tengo que ir a trabajar, todos son insoportables en el trabajo, todos son una partida de hipócritas, así es terrible vivir.... realmente ni siendo un samurái se levanta uno de la cama. El espíritu de aquel que se llamó Miyamoto Musashi, que se batió en duelo a muerte más de 60 veces y nunca conoció la derrota, dudaría, escuchando a uno lamentarse así.

Nuestros juicios y prejuicios tienen una aliada: nuestra imaginación, pero no la imaginación buena, esa que nos ayuda a formarnos una idea y luego materializarla para avanzar en la vida, sino la imaginación negativa, perversa y oscura. Ahí están nuestras limitaciones mentales; cómo nos juzgamos y juzgamos a los demás. Por lo general le damos a esas representaciones cargadas de juicio y prejuicio más fuerza que a la Realidad y esto no es un descubrimiento mío, es algo de lo que se han dado cuenta muchos.

Sabemos que cada idea, cada cosa que imaginamos tiene un impacto en el cerebro. Si ahora yo pienso “realmente soy buena en matemáticas”, “lo demuestran mis resultados”, empiezo a sentirme segura y, a partir de ahí, de esa idea, cada vez que tengo algo delante relacionado con la matemática me siento capaz de resolverlo. Pero si por el contrario empiezo a decirme que no valgo nada, que todo me sale mal, que no soy buena ni para pasar el hilo por el hueco de la aguja, comienzo a generar, yo sola, un mundo de angustias. Y esto me puede mutilar, pero no me mutila ni un brazo ni una pierna, me mutila las posibilidades de éxito, me roba la motivación y será muy difícil recuperarla.

Otra cosa que nos roba la motivación es permanecer todo el tiempo a la defensiva. Hay que permitirse un poco de flexibilidad, porque estar todo el tiempo en “alerta” baja la creatividad, nos impide observar el entorno con claridad y tampoco podemos ver nuestras capacidades y posibilidades, y así no se motiva nadie.

Para mantenernos motivados hay que saber mantener a raya nuestra mente, ella puede salvarnos o hundirnos.

¿Qué herramientas pueden ayudarnos a lograr nuestros objetivos sin importar si estamos o no motivadas o motivados, según mi experiencia?

-Autodisciplina: Lo aprendí después de observar un pequeño vídeo en Instagram, sobre unos hombres llenos de músculos haciendo ejercicios en el gimnasio. El mensaje decía: Ellos no están motivados, son disciplinados. Eso me hizo comprender que efectivamente es la autodisciplina quien puede llevarnos al cumplimiento del objetivo y si además sentimos la motivación, entonces seremos imparables, pero si no hay motivación, igual estaremos listos para avanzar.

 -Levantarse temprano: lo ideal es hacerlo algunas horas antes de ir a trabajar. Esto te hace sentir dueño o dueña de tu espacio, un líder, y te da la posibilidad de meditar, hacer ejercicios o leer, lo que resulta de gran ayuda para enfrentar la jornada.

-Darse pequeños premios diariamente: desde comprarse un libro hasta una barra de maní. Hacer de esto un acto consciente: “me estoy regalando esto porque me lo merezco, o porque hoy hice un buen trabajo, etc. Y también programar qué me regalaré mañana: media hora para escuchar música sin interrupción, o un paseo, o simplemente salir a caminar solos/ as, o acompañados/ as. Son pequeños estímulos que pueden impulsarnos y estimular el deseo de avanzar hacia nuestras metas y pueden aportar cierta dosis de motivación.

A modo de conclusión, me dediqué a buscar una persona que fuera ejemplo de motivación a través de su modo de actuar. Encontré varios pero elegí a uno que me parece un hombre eternamente motivado, como lo han definido muchos: un loco revolucionario. Se trata de Marcelo Bielsa, exfutbolista, entrenador argentino, calificado como mejor entrenador sudamericano en 2009, mejor entrenador de la Liga española para la UEFA en 2012.

Leyendo y buscando información sobre su carrera supe que en 40 años este hombre había visto 50 000 partidos de fútbol, lo que equivale a 1250 por año. Más allá de ser un acto de responsabilidad, considero que sólo quien esté verdaderamente motivado hace algo así. Escuché algunas entrevistas de los jugadores que trabajaron con él y todos elogiaban su poder de convencimiento, eso es motivación trascendente.

En Wiquipedia dice:

“La formación insignia de Bielsa en sus equipos, la cual hizo famosa y trajo al frente de la escena futbolística es la formación 3-3-3-1, que permite transiciones de defensa y ataque, ya que muchos de los jugadores usados en la formación pueden realizar tareas defensivas y ofensivas”.

“En los equipos que dirgió supo establecer el repliegue ofensivo-defensivo, marca característica de los conjuntos de Bielsa, además de la presión rival, la posesión del balón y gran integridad física”.

“Es un fanático de los videos de fútbol que agrega a su colección. Edita y analiza cada video para cada jugador individual”.

Después de este breve acercamiento a Marcelo Bielsa, un ejemplo de motivación trascendente, nada mejor que terminar con algunas de sus frases:

“En las peleas callejeras hay dos tipos de golpeadores. Está el que pega, ve sangre, se asusta y recula. Y está el que pega, ve sangre y va por todo, a matar. Muy bien, muchachos: vengo de afuera y les juro que hay olor a sangre”.

“Los momentos de mi vida en los que yo he crecido tienen que ver con los fracasos. El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes. Si bien competimos para ganar, y trabajo de lo que trabajo porque quiero ganar cuanto compito, si no distinguiera qué es lo realmente formativo y qué es secundario, me estaría equivocando”.

“En cualquier tarea se puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los recursos utilizados, eso sí es lo importante, lo importante es el tránsito, la dignidad con que recorrí el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal”.

“Nosotros deberíamos aclararle a la mayoría que el éxito es una excepción. Los seres humanos de vez en cuando triunfan. Pero habitualmente desarrollan, combaten, se esfuerzan, y ganan de vez en cuando. Muy de vez en cuando”.

Te invito a levantarte, a alzar tu copa y brindar por la Vida. Si estás motivada o motivado, Felicidades, aprovecha al máximo esa energía, pero si no lo estás, atrévete a combatir, a desarrollarte, a esforzarte. Si ganas o pierdes no importa, lo que cuenta es que estás aquí para intentarlo, y si te has caído, si todavía la motivación no llega y sigues en el suelo, recuerda que aún respiras y hay muchos que quisieran estar en tu lugar, porque hay muchos que hoy no despertaron, se han ido y respirar ni siquiera es para ellos una opción.

¡Aprovecha tu día!

Leysa Martínez Ortiz
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