Yo, por ejemplo, he tenido que estar aislado
por casi cuarenta días por dar positivo a un PCR, luego de una fiebrecita y
síntomas de gripe que permanecían, pasando las fiestas de Navidad, y de fin de
año, solo en mi casa. He seguido, cada día del aislamiento, el ritmo de
siempre, de los días de descanso del trabajo, también porque no logro
abandonarme al ocio. Así que mirando por más tiempo el librero, en el tiempo
dedicado a sacudir el polvo, me he dado cuenta de los libros voluminosos
comprados y “almacenados” para disfrutarlos en tiempos mejores, entre ellos
Crimen y Castigo de Fiodor M. Dostoevskij.
Siempre he querido dedicarme a la lectura de
los escritores rusos, para descubrir el por qué, en talleres literarios,
conferencias y eventos culturales del sector, aunque el tema es otro, siempre
sale un lazo o una comparación con la literatura de Rusia.
Así, en una tarde de invierno italiano,
disfrutando el calor de un calentador a mis espaldas, mirando de reojo la
ventana a ver si acababa o no de caer nieve, empecé a leer la introducción de
esta novela, porque quería dedicar tiempo a la lectura por la mañana del día
siguiente, cuando hay más luz en la esquina de lectura de mi casa. Crimen y
Castigo es la historia de Rodion, ex estudiante universitario, que vive en la pobreza
en San Petersburgo. En un caluroso verano de agosto, decide matar a una vieja
usuraria, convencido que nadie puede acusarlo de ser el asesino. Vivirá además
una intensa historia de amor con una jovencita llamada Sonia.
Virando una página detrás de otra, llegué al
tercer capítulo fascinado por la escritura fluyente y la capacidad de explicar
todos los detalles de las escenas, que permite al lector involucrarse en la
historia, como si fuera un espectador invisible.
Admito que antes de empezar a leer he buscado
noticias y reseñas sobre Crimen y Castigo, que describen, casi siempre, la
doble cara de Rodion, el protagonista, a veces ángel a veces demonio, que por
resolver sus problemas económicos mata una vieja usuraria. Luego, gracias al
amor de una jovencita, logrará encontrar la redención.
Continué la lectura día tras día, siempre por
la tarde, como un ritual, como si fuera una falta de respeto a Dostoevskij,
dedicarme a la lectura de su obra en horas diferentes a la que empecé. En fin,
llegó la página 376, la última, trayendo mis conclusiones. Es verdad, confirmé la
doble cara del protagonista, que a veces se revela también con las personas que
más ama: su mamá doña Pulcheria y su hermana Dunia. Es también verdad la
complejidad de la vida de Rodion, del sacrificio que han tenido que hacer él y
su familia, para poder estudiar en la universidad.
Lo que normalmente no sale en la mayoría de
las reseñas, es el gran desarrollo cultural y humano de Rodion, el profundo
conocimiento del ánimo de la gente y la injusticia moral, frente a la indiferencia
apática de la sociedad, la cual piensa en buscar la manera de emborracharse o
invertir dinero en boberías, más que en desarrollar el ánimo humano.
Rodion tiene problemas económicos, y es
verdad que planea el delito perfecto de la usuraria, que logra matarla según el
plan, y siempre, según el plan, no va a dejar testigos porque mata también a la
hermana de la vieja, culpable de regresar a su casa antes de tiempo. También es
cierto que no sale del protagonista el deseo ávido de riqueza, sino, según él,
una misión social, resolviendo, a su manera (inaceptable) un problema social.
Siempre analizando problemas sociales, Rodion siente el deber moral de resolver
los conflictos de los que encuentra. Aquellos problemas que debería resolver la
sociedad y que nadie se atreve a iniciar.
A lo mejor, lo que no había calculado Rodion,
según mi opinión, es que se iba a enamorar de Sonia de verdad. Empezó a acercarse
a la jovencita por un sentimiento de pena, debido a la situación familiar en la
cual vivía Sonia, con un padre siempre listo a gastar todas las monedas de la familia
en alcohol. Rodion ha querido disfrazarse de novio, por tal de rescatar y
proteger otra familia que no es la suya. Una vez detenido en la gélida Siberia
se da cuenta del amor, y gracias al amor de Sonia deja derrumbar el castillo
moral interior, abandonándose a vivir la vida en amor.
En fin, la grandeza de Crimen y Castigo de Fiodor Dostoevskij, se resume no tanto en escribir la historia que deja en el lector la duda que pueda ser autobiográfica, sino en la analítica descripción del contexto histórico y social de la época, referido a su País y su gente. Y ahora me arriesgo a ser absoluto: Crimen y Castigo es a mi entender el mejor libro de Historia disfrazado de novela.
Juan Carlos Borrero
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