sabato 24 ottobre 2020

EL RITMO, LAS GANAS Y EL AMOR EN LA EXPRESIÓN ORAL


De nada valen las ganas que tengas de decir algo si no logras comunicarlo con el ritmo adecuado.

Imagina que estás enamorada o enamorado de alguien y quieres tener una conversación agradable con esa persona.

El ritmo acompaña a la vida.  Es un elemento básico de todas las artes y es esencial para el habla humana.

El ritmo es un parte integral del lenguaje porque las diferentes pausas y entonaciones enfatizan el mensaje.

El ritmo está muy ligado al tiempo y se ha estudiado como elemento del arte verbal. Las pausas y los silencios forman parte del ritmo en el lenguaje oral.

Si nos expresamos demasiado rápido, es posible que no nos comprendan, si el ritmo es demasiado lento, podemos llegar a aburrir y perder la atención de aquellos que nos están escuchando.

El ritmo siempre está presente en nuestras vidas. Y si nos volvemos un poco más observadores vamos a notar que la respiración, la circulación, el movimiento de las pestañas, todo eso sucede rítmicamente a través de funciones repetidas que se van alternando.

El aparato fonador tiene doble función: garantizarnos el oxígeno y la comunicación.

Sabemos, aunque a veces no nos damos cuenta, que además de ese ritmo natural del que acabo de hablar, los seres humanos podemos planificar el ritmo, o sea, lograr un ritmo artificial.

Muchos estudiosos afirman que: “Los oradores griegos estuvieron conscientes de la importancia del ritmo para el lenguaje.”

El ritmo realza las ideas y las palabras elegidas y hace la diferencia por ejemplo entre prosa y poesía.

Se afirma que cada lengua tiene tendencias rítmicas propias. Por ejemplo la tendencia de la lengua española es de construir diálogos, frases, de alrededor de cinco a diez sílabas, y las más frecuentes son las de siete a ocho sílabas. El francés tiene unidades más breves, el italiano se asemeja más al español en este sentido.

Es común hablar de ritmo lento o ritmo rápido. Estuve leyendo que esto se relaciona con el ritmo cardíaco medio, entre 60 y 80 pulsaciones por minuto, y si por ejemplo una acción tiene una duración inferior a ese ritmo se considera una acción lenta, mientras que las acciones de duración superior se consideran rápidas.

Cuando conversamos, el ritmo varía en dependencia de la situación en la que nos encontremos. Dependiendo de la formalidad o informalidad de la situación, dependiendo del estado emocional,  haremos pausas más o menos cortas, matices y entonaciones adecuadas. Eso va a determinar buena parte del ritmo de la conversación.

Resumiendo: pausa, entonación y ritmo sirven para organizar coherentemente un discurso y contribuyen a que se comprenda lo que tratamos de decir. Son elementos que caracterizan la oralidad

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                                                                 Leysa Martínez Ortiz

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