La lectura de este libro me ha dejado un sabor
demasiado agradable. Unas ganas de seguir leyendo buena literatura. Pero creo
que decir “buena” no es suficiente si pienso en todo lo que enseña y del modo
en que lo hace.
Confieso que al inicio, el título no me atrapó,
quizás, porque en medio de la rutina, y en las circunstancias en las que lo
recibí, en el aeropuerto de Roma, un 4 de enero de 2017, cuando los nervios, la
tensión, los controles de pasaporte y aduana son los protagonistas, y el olor a despedida te hace un nudo que va
de la garganta a la panza y viceversa, y tratas de disimular, con una sonrisa,
la tristeza de alejarte de alguien demasiado importante en tu vida, un libro
con semejante título no me provocó la esperanza de la diversión, como me ha
sucedido con otros. Sobre todo porque para viajar de Italia a Cuba, no llevaba
un salmón conmigo, pero sí bastantes kilogramos en la maleta, tal vez más de
los permitidos.
Pero el libro me lo regaló mi esposo que además de escribirle una conmovedora dedicatoria tuvo la iniciativa de elegirlo por mí, porque sabe
que admiro y prefiero los libros del italiano Umberto Eco. Entonces, por
respeto a él y a Umberto, por respeto a mí que no me perdonaría no leer un
libro que viene de alguien especial (en este caso mi esposo y Umberto) y que
además fue un regalo, empecé a leerlo.
¡Y vaya sorpresa!
¡Qué libro
particular! Tal y como dice en la contraportada se trata de un libro de
instrucciones. Basta ver algunos de los títulos que aparecen en el índice:
- Cómo
comer el helado
Cómo pasar la aduana
Cómo
no saber la hora
Cómo
usar el taxista
Cómo
comer en avión
Cómo
no usar el teléfono celular
Cómo viajar con un salmón, editado por La Nave de
Teseo en 2016, es un libro que nos recuerda que a veces, las situaciones más
sencillas e insignificantes pueden meternos en serios problemas, que no siempre
se resuelven fácilmente. El libro remarca cómo el absurdo se vuelve parte de la
rutina y tan acostumbrados estamos que no logramos verlo. También nos habla de
la importancia del contacto humano y nos hace pensar sobre cuál es el valor
humano que las personas buscan con mayor pasión: ¿la fama? ¿la gloria y la
reputación o el amor, el dinero, la felicidad?
Se trata de un libro sabio, donde en cada capítulo
el autor se plantea un tema sencillo que al final de sencillo nada tiene. Por
ejemplo en Cómo no saber la hora explica que existen relojes muy caros debido a
todas las posibilidades que ofrece un reloj en la actualidad. Se puede tener
actualmente en un reloj toda esta información: el día del mes y de la semana,
el año, la década y el siglo, minutos y segundos de la hora legal; hora,
minutos y segundos de otro uso horario; la hora del alba y del ocaso; posición
del sol en el Zodiaco y así infinidad de posibilidades.
Y concluye
diciendo:
“Tutti
questi orologi, come l’intera industria dell’informazione oggi, rischiano di
non comunicare piú nulla perché dicono troppo.”
O sea: Todos estos relojes, como la entera industria
de la información hoy, corren el riesgo de no comunicar nada porque dicen
demasiado.
Para no correr yo ese riesgo, trato de poner ya el
punto final a estas líneas diciendo a todos los que leen que si alguna vez se
encuentran con este libro, no lo dejen, aunque estén en un aeropuerto, con los
nervios disparados o en el mar, rodeados de salmones. ¡Buena lectura!
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Leysa Martínez Ortiz
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